Esta derrota es el peaje que hay que pagar por la competición europea. No queda otra que ir haciéndose a la idea, y establecer un método, para poder preparar los encuentros con suficiente antelación.
Es muy fácil recurrir, al error arbitrar, para establecer, que la derrota fue propiciada por estos señores (86-88), y que tal vez, influyeron en el resultado final. Los encuentros se ganan, durante los 40 minutos, y los aurinegros fueron siempre a remolque. Desde la segunda falta de Iverson, daba la sensación que el Zaragoza era el equipo con suficiencia, mientras nosotros no teníamos recursos. Este argumento, nos lleva a firmar, que necesitamos un cinco, no un cuatro, ni un cuatro y medio, ¡UN CINCO! no un jugador que se esté formando, y le falte un hervor. Porque estimados lectores, si Iverson, se lesiona, ni es destino lo quiera, no le ganamos al C.B Pinalillo.
La gran victoria de Andorra, se anula con esta dura derrota, y que siembra dudas, y que antes no teníamos, pero con el devenir de la competición, que un cuatro inexperto no puede jugar de CINCO, para las necesidades que tenemos.
